sábado, 26 de noviembre de 2011

¡Inventemos la educación!

¿Cómo diseñaría yo la educación (la educación escolar)... si tuviera ese poder? ¿No os ha tentado nunca esa idea? Os invito a soltar la imaginación.
Caben diferentes enfoques. Empiezo por uno: el enfoque antropológico. Podemos definir los contenidos de la educación a partir de la estructura de la persona; cada uno de los elementos constitutivos de la persona requiere desarrollo, formación, crecimiento ayudado (eso es la educación):

1) La corporalidad.
2) La sensibilidad (sentidos y sentimientos).
3) La racionalidad (entendimiento y voluntad).

La formación de la persona y de la personalidad debería, por tanto, estar vertebrada en torno a estos ejes, al menos en los años de enseñanza obligatoria:

1) La formación física: deporte, danza, expresión corporal.
2) La formación artística y artesanal: expresión plástica, musical, literaria, "manualidades".
3a) La formación intelectual: desarrollo del razonamiento, la reflexión y el sentido crítico por medio del aprendizaje de contenidos culturales y el lenguaje.
3b) La formación del carácter, que es educación de los sentimientos y de la voluntad. ¡Esto es la educación en valores de verdad, la formación moral!

Es un principio. Ahora habría que responder a algunas cuestiones; por ejemplo: ¿cuánto tiempo dedicamos a cada cosa? Y otra previa: ¿cuánto tiempo es conveniente que pase un niño, un chico, un adolescente, en la escuela (en la escuela-escuela, no en la escuela-guardería)? Pienso que diariamente tendría que haber actividades físicas, artísticas e intelectuales en la escuela, colegio o instituto, y, semanalmente, actividades dirigidas a la formación del carácter (que indirectamente impregna toda actividad en cuanto requiere esfuerzo, disciplina, respeto a los otros, compañerismo, etc.).

¿Os animáis a seguir en esta línea? ¿Qué pensáis sobre esto? ¿Qué otros enfoques os parecen relevantes para inventar la educación?

3 comentarios:

  1. Muy de acuerdo, querido colega y amigo.

    La formación integral de las personas no es sin embargo un elenco o catálogo de intervenciones acerca de las diferentes dimensiones de la naturaleza humana; es algo más.

    Yo la visualizaría dinámicamente, como una flecha que se dirige hacia el blanco de la perfección o con la metáfora, también, del crecimiento ayudado (¡me gusta tu expresión!).

    Es preciso para ello el conocimiento de la naturaleza humana, de sus potencialidades, sus limitaciones, su belleza y sus necesidades. Pero ante todo lo que hace falta es conocer cuál es el orden propio del perfeccionamiento de la naturaleza humana.

    Es en función de este criterio como debe resolverse una difícil paradoja educativa: dar unidad a lo diverso. La unidad de lo diverso (el perfeccionamiento congruente de todas las dimensiones del ser humano) es lo que se conoce con el nombre de orden, de jerarquía, en la que lo más noble debe priorizarse sobre lo más elemental en la naturaleza, y orientarlo al bien y la plenitud del ser en su integridad.

    Estoy hablando de la ética (moral), y seguramente de algo más...
    En la educación integral, los diferentes aspectos deben "integrarse" adecuadamente, para no caer en la dispersión o el especialismo. En definitiva, me refiero a la dimensión integradora última (o primera si se mira bien) de la educación que es la dimensión del sentido.

    También la falta del cultivo de algún aspecto de la naturaleza (pensemos por ejemplo en una discapacidad o un condicionamiento externo difícil de evitar) puede ser remediada por la dimensión del sentido.

    El camino de la educación (seguramente esto es lo que se conocería como educación del carácter y de la personalidad) es la unidad de vida, y su meta, la autodonación del propio ser y del propio hacer por amor a quien lo merezca o lo necesite...

    Un abrazo.

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  2. Gracias, Andrés. Me parece muy oportuna tu reflexión. La educación es integral cuando es completa e integrada, y esta integración se logra desde la finalidad, desde el sentido. Por eso considero que la educación religiosa no es (no debería ser) un añadido, una excrecencia del proyecto educativo, sino su raíz y como el humus de las distintas dimensiones de la formación (artística, intelectual, moral). La religión misma es, de algún modo, un proyecto educativo... dirigido a la salvación de cada hombre y cada mujer. Y la liturgia es una pedagogía: nos enseña historia, nos enseña doctrina, nos enseña a leer y a reflexionar, a cantar y a recitar, a expresar corporalmente la intimidad, nos transmite pautas de conducta y estilos de vida... ¡Qué interesante!

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  3. Carolina escribe lo siguiente:

    Estoy completamente de acuerdo con ambas intervenciones, pero ahora vuelvo al primer comentario de Fernando: los ejes sobre los que vertebrar la enseñanza escolar.
    Me ha gustado mucho la salvedad que hacías entre paréntesis: esto es para la escuela-escuela y no para la escuela-guardería. ¿Por qué? Porque opino que hasta que no comienza la educación obligatoria, lo físico, lo social, lo emocional, así como el desarrollo de la imaginación y la memoria son fundamentales y no tanto aprender a leer, escribir, sumar o incidir en el aprendizaje del inglés... Opino que estos contenidos son propios de la etapa primaria, pero no antes.
    Siempre hay que cultivar todas las dimensiones de la persona, nunca hay que descuidar lo estético, lo social o lo moral por preponderar lo intelectual. Nunca en la escuela, pero menos aún en la etapa preescolar.
    Muchas gracias.
    Saludos,

    Carolina Ugarte

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