La felicidad y la tablas de multiplicar

A Vanesa y... su hermana Virginia.

Hemos estado hablando con el tutor de nuestro hijo pequeño –ocho años–. Nos ha recibido con esta frase: "¿Qué hacemos con este chico tan feliz?", o algo así. He estado por decirle: "Me basta con eso, podemos terminar la entrevista"; pero hemos continuado, porque había cosas de que hablar. Cuando te confirman que tu hijo es feliz, las tablas de multiplicar, tan reivindicativas ellas de su derecho a ser recordadas, se repliegan al lugar que les corresponde. Pero seguimos hablando, porque estudiar y aprender las tablas de multiplicar forma parte –aunque sea una pequeña parte– de la felicidad de nuestro hijo.


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