martes, 12 de julio de 2022

Rezar no es delito

 «María Sánchez (26 años) y Lucas Vinatea (20) son voluntarios en la iniciativa Rezar No Es Delito. El pasado 4 de junio, fueron a los alrededores del abortorio Dator de Madrid en procesión desde Cuzco rezando el Rosario. Dos semanas después, llegó a su casa una carta certificado. La sorpresa al abrirla fue que era una multa de 600 € por organizar y participar en una supuesta manifestación ilegal.

»Su delito fue rezar el Rosario en la calle, frente a las puertas de un centro de abortos. Se han convertido así en los primeros penados después de la aprobación de la reforma del Código Penal, que castiga a quienes acuden a los alrededores de los abortorios a ayudar a las mujeres que acuden a acabar con su embarazo y a quienes rezan por ellas y por los bebés que pierden la vida en estos centros» (noticia de El Debate).



viernes, 8 de julio de 2022

¿Dios contra el hombre?

 Javier Martínez Baigorri es profesor de Ciencias, Filosofía y Religión y Director del colegio Hijas de Jesús. Me ha pedido para su blog una reflexión en torno a uno de sus artículos. Ahí va. 

Me ha pedido Javier una breve reflexión al hilo de su artículo «El Dios relativo. Una lectura de Bloch y Gesché». Su lectura plantea, a mi entender, una cuestión clave: la dialéctica Deus vs Homo, la visión de la relación entre Dios y el hombre como rivales en lucha. Esta dialéctica puede verse como una de las claves de la evolución de la cultura en occidente en los últimos cinco o seis siglos y a mi entender es una de las tragedias de la mentalidad actual. Tampoco es que se trate de una novedad, puesto que esa dialéctica se halla presente desde el inicio de la humanidad. En efecto, la tentación originaria es la desconfianza hacia Dios que siembra la serpiente en Adán y Eva; si Dios les ha prohibido comer de un árbol del jardín es porque «Dios sabe que el día que comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como Dios» (Gn 3, 5), iguales a Él y por tanto rivales. Desde esa perspectiva, la obediencia a Dios se considera una sumisión indigna del hombre; de modo que, para recuperar su libertad y su dignidad, el hombre tiene que negar a Dios.

En esa tentación originaria se encierran dos equívocos, uno referido a Dios y otro al hombre. En primer lugar, la pretensión de igualarse a Dios implica ignorar nuestra finitud, negarse a reconocer la limitación inherente a nuestra condición de criaturas, de seres creados y, por consiguiente, dependientes del ser de otro. En segundo lugar, aquella pretensión ignora que «Dios creó al hombre a su imagen» (Gn 1, 27) y que al verlo lo encontró «muy bueno» (Gn 1,31). Es decir, la creación del hombre manifiesta la libertad y el amor de Dios: «Dijo Dios: – Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza. (…) Y vio Dios todo lo que había hecho; y he aquí que era muy bueno» (Gn 1, 26 y 31). 


La prueba definitiva del amor de Dios por el hombre es la entrega del Dios-Hombre en la Cruz, mediante la cual el ser humano alcanza la posibilidad de participar de la naturaleza divina (¡de ser hijos de Dios!) y liberarse del pecado. Es decir, la pretensión humana de igualarse a Dios se realiza, no en la negación de Dios (esa es la tentación originaria), sino en la aceptación de la redención obrada por Jesucristo. ¡A la rebelión del hombre (el pecado de origen) Dios responde dándonos la posibilidad de «divinizarnos» haciéndonos hijos adoptivos suyos! ¿Hacen falta más pruebas del Amor de Dios por los hombres? Precisamente es el amor y solo el amor lo que permite superar cualquier dialéctica de enfrentamiento.


(Para leer el artículo de Javier pinchar aquí.)