Veremos en qué queda este movimiento. Lo que veo claro es que la economía sin ética no funciona. Es muy significativo que, desde que comenzó la crisis, se venga hablando de crisis de confianza, algo tan poco monetario, tan intangible y... ¡tan esencial para la vida social! No pueden darse relaciones sociales (ni económicas, por consiguiente) si no están fundadas en la confianza mutua y en las virtudes que le dan consistencia: honradez, sinceridad, respeto, lealtad, fidelidad...
La clave es: ¿puede sostenerse una ética sin Dios? Nos quedamos, de momento, con unas palabras que pronunció Benedicto XVI el sábado:
"Hoy podemos iluminar nuestras ciudades de manera tan deslumbrante que ya no pueden verse las estrellas del cielo. ¿Acaso no es esta una imagen de la problemática de nuestro ser ilustrado? En las cosas materiales, sabemos y podemos tanto, pero lo que va más allá de esto, Dios y el bien, ya no lo conseguimos identificar."La actual crisis parece demostrar que, en lo material económico, tampoco sabemos ni podemos tanto.
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