viernes, 3 de junio de 2022

Convivir con la enfermedad

El día 23 del pasado mes de mayo me envió Josean por correo esta entrada de su diario. En conversación sosegada con el oncólogo, se ponen las cosas en claro: la curación es muy difícil... Hoy me he decidido a publicar la entrada en El diario de Josean. Estos son algunos párrafos, que he seleccionado.

23 de mayo de 2022

Me siento satisfecho. Hoy parecía no tener prisas. Esta mañana, Marimar y yo hemos hablado sosegadamente con el oncólogo, justo antes de empezar el quinto ciclo de quimioterapia. Aunque el panorama es sombrío, he salido con la impresión de haber abordado mi situación más definidamente. (...)

Yo, por fuera no me encuentro mal. Pero por dentro, el escáner (TAC) de mi abdomen ha revelado que los focos de metástasis hepáticas no se han reducido. Además, en esta ocasión, se observan nuevos micronódulos en los pulmones. Tumores sospechosos de ser pequeñas colonias de células malignas. El oncólogo ha tratado de insuflar esperanzas. Pero, mirándome tiernamente a los ojos, ha dejado claro que la curación es muy difícil. Su visión coincide con la que Joan Muriel, jefe de tumores colorrectales del Hospital Clínic, le apuntó a mi hija Inés. (...) 

Ya me lo había comentado hace unas semanas Inés. Mi curación es muy difícil. Mi aspiración más razonable es la de convivir el mayor tiempo que pueda con la enfermedad.

Es difícil calibrar mis expectativas de vida. Ciertos pacientes, en mi situación, sobreviven pocos meses. Y, el algún caso, más de cinco años. (...)

Padecer un cáncer implica un aprendizaje continuo. Un curso acelerado de vida. Desaparecen otras preocupaciones. Dejas de perder tiempo en cosas banales. Descubres que la vida no es un maratón. Que está compuesta por momentos. No hay que poner el piloto automático. Nada de dejarse arrastrar por las inercias. Vivir es lo urgente. Vivir el presente. Sin estar demasiado pendiente del pasado o del futuro. Lo que tengo es el aquí y el ahora. Hay que disfrutarlo con intensidad. Y agradecerlo.

(...) El cáncer separó mi pasado y mi futuro con una frontera nítida. Dinamitó mi vida el día que afloró. Ya no trabajo. De un día para otro, dije adiós al instituto, a las clases, a los alumnos, a los compañeros, a la alta montaña, a los viajes lejanos, a muchas rutinas de muchos años. Con lo que me queda por recorrer, dudo que vuelva a trabajar. Ya no aspiro a curarme. Ojalá este cáncer me dure mucho tiempo domesticado.

Pero la vida sigue siendo maravillosa. Incluso en la adversidad. Con un cáncer metastásico. Aunque amanezcan días grises, aspiro a seguir arrancando jornadas felices. Tengo que convivir con la enfermedad. Rediseñar mis objetivos. No quiero perder más energía en quejarme por haber tenido mala suerte. No voy a dimitir de mi vida. Quiero ser el protagonista de mi nueva andadura

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