Educar al amor de la lumbre


Un elemento esencial de la educación es el tiempo. Bien mirado, educación a lo largo de la vida es una redundancia: educarse lleva toda la vida y, para educar a otros, hay que contar con todo el tiempo que queda por delante. Como la buena cocina, la educación requiere tiempo: elaborar los alimentos al amor de la lumbre.

Es la lumbre de la dedicación, de la constancia, de la paciencia, del optimismo, la esperanza, la ilusión (que es anticipación del gozo por venir)…
La falta (real o imaginada) de tiempo lleva a los padres a delegar sus funciones en otros, que pueden acabar por convertirse en padres o madres vicarios: la chica que cuida a los niños, la señorita, la maestra o el maestro, el monitor de tiempo libre, el/la catequista… Sucedáneos para una educación fastfood: engorda, pero no es sana.

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