martes, 26 de abril de 2022

Animal serás tú

Estábamos comiendo en familia y salió en la conversación algo del instituto, que no recuerdo, alguna discusión con alumnos sobre la naturaleza humana y animal. Mi hijo pequeño, Marcos, que tendría entonces unos siete años, volvió la cabeza, me miró y dijo. «Pero nosotros, no somos animales, ¿no?»

Si un niño es capaz de captar diferencias esenciales entre animales y humanos, ¿por qué algunos filósofos no?

El pasado día 9 de abril un periódico nacional publicó una entrevista con el filósofo Peter Singer, destinada -parece- a promocionar sus recientes publicaciones. Singer defiende los derechos de los animales y es el adalid de la liberación animal.


Empezamos mal. Desde el principio, el articulista (un científico y periodista, al parecer) descalifica a los que pensamos diferente como «observador(es) superficial(es), una especie cada vez más común en nuestros tiempos de frases agudas e ideas obtusas». Singer es peor. La idea de que el animal humano es diferente es

«el producto históricamente condicionado de las doctrinas de la inmortalidad, del pecado original, y de la condenación, que difícilmente se aceptan ahora; doctrinas que son tan detestables de hecho, que si alguien las aceptara nos veríamos inclinados a descalificar cualesquiera otras opiniones morales que esa persona sustentara».

Si eres creyente, cállate, no tienes nada que decir, tus creencias son detestables y te descalifican absolutamente en cuestión de ética.

Los filósofos contemporáneos suelen tener un pecado original (con perdón): no saben historia de la filosofía. A veces, tampoco historia del sentido común. Leemos en el artículo que comentamos:

«El filósofo admite que nuestra unidad con el mundo animal es una línea de pensamiento científico al menos desde el siglo XIX.»

«Hay pensadores —tal vez la inmensa mayoría— que no aceptan que los animales sean capaces de sufrir.»

¿No hay antes del siglo XIX científico o filósofo alguno que haya reconocido la animalidad del ser humano? ¡Sí, era lo normal! ¿Y no ha habido pensadores o no pensadores que hayan caído en la cuenta de que los animales sufren y se ponen contentos, y lo expresan con ladridos, bramidos, rugidos, maullidos...? ¡Cualquiera con la mínima capacidad de observación y sentido común!

Además, la espiritualidad e inmortalidad del alma no son «inventos» religiosos, son cuestiones filosóficas, que Singer debería conocer, si hubiera leído a Platón y Aristóteles, por ejemplo. La oposición entre evolución y creación, tal como aparece en el artículo de El País, es otra muestra de insuficiencia filosófica.

Dos apuntes más. Primero, si los animales tuvieran derechos, tendrían también deberes. Singer lo sabe: así lo da a entender cuando defiende una serie de derechos básicos de los animales,

«como el derecho a que no les maten, a que no les secuestren o encarcelen sin justificación ni juicio, y a que no les torturen para que otros se diviertan o hagan experimentos».

Pero... ¿de verdad Singer piensa que hay que hacer juicios a los animales?...

Segundo, para Singer la capacidad de sufrimiento es la «característica básica que le otorga a un ser el derecho a una consideración igual». Todos los animales somos iguales porque tenemos la misma capacidad de sufrir. 

«Establecer el límite [entre mero animal y ser humano] por alguna otra característica como la inteligencia o el raciocinio sería arbitrario. ¿Por qué no habría de escogerse entonces otra característica, como el color de la piel?».

Para él la capacidad de razonar es una característica que está al mismo nivel que el color de la piel. De la misma manera que el color de la piel no distingue esencialmente a una persona de otra, la capacidad de razonar no distingue esencialmente a una persona humana de una persona no humana, una golondrina, pongamos por caso, o un conejo...

Por otro lado, ¿por qué la capacidad de sufrir (y de sentir placer, que es la otra cara de la moneda) es lo específico de los seres sintientes? Los sofistas (por irnos lo más lejos posible en el tiempo de la filosofía) señalaban dos instintos básicos en el animal (también el humano): la búsqueda de placer y la ley del más fuerte. ¿Por qué Singer se queda con lo primero? ¿No es arbitrario? Claro, si admitiéramos la ley del más fuerte (la voluntad de poder) como instinto natural, tendríamos que aceptar el derecho de los hombres a dominar sobre los demás animales (de los más fuertes sobre los más débiles, en general). Así que mejor olvidarlo...


Mucho más habría que decir sobre esto. Afortunadamente José Javier ya lo tiene escrito. JJ fue alumno mío en el instituto Navarro Villoslada. Ahora enseña filosofía en Madrid y hace muchos años que me superó, para orgullo del profesor; de modo que lo mejor que puedo hacer es poner enlaces. Para los más atrevidos, un texto extenso, muy completo: De animales, hombres y personas. Aquí un resumen: Animalismo, desacralizar la vida humana.

Para leer el artículo de El País: Peter Singer: "La consciencia no es un fenómeno exclusivo de los humanos, ni siquiera de los primates"


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