sábado, 9 de abril de 2022

Dust in the wind

 Me llegan con frecuencia estas últimas semanas los ecos de una canción, que en mi mente va asociada a personas de las que hace muchos años que no sé nada. ¡Qué misterio, que en la trayectoria de nuestra vida se crucen las de otros, a veces brevemente pero de manera intensa! En el colegio, en la universidad, en el lugar de trabajo o de ocio, de entre miles de posibilidades nos encontramos con éstas personas y no otras. Mirarlo así me lleva a preguntarme si el encuentro fue fecundo, si supe dar lo que hubiera debido dar a esas personas y recibir lo que me ofrecieron ellas.

La canción del grupo Kansas Dust in the wind es de 1977. Parece ser que la letra está inspirado en un canto de indígenas norteamericanos y dice así, traducida libremente:

Cierro los ojos solo por un instante

y el instante ya es pasado.

Todos mis sueños pasan ante mis ojos

como algo extraño.


Polvo en el viento,

eso es lo que son, polvo en el viento.


La misma vieja canción,

solo una gota de agua en un mar infinito.

Todo lo que hacemos se derrumba en el suelo,

aunque nos neguemos a verlo.


Polvo en el viento,

eso es todo lo que somos, polvo en el viento.


No te aferres a nada,

porque nada dura para siempre,

excepto la tierra y el cielo;

la vida se nos escurre,

ni todo el dinero del mundo

puede comprar un solo minuto.


Polvo en el viento,

es lo que somos, polvo en el viento,

todo lo que hay es polvo en el viento.




Resulta muy cuaresmal la referencia al polvo («recuerda que eres polvo y en polvo te has de convertir»); pero la imagen del hombre y del mundo se quedaría muy pobre (y falsa) sin hacer referencia también al viento del Espíritu, viento que da vida y tiene poder de elevar el polvo que somos hasta alturas insospechadas...

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